La celebración de los panes atroces, oriunda de las aldeas de Caledonia, revive la vorágine creativo-destructiva del Maestro y honra la influencia de Veruca en la liturgia orlokiana.
Con motivo de esta festividad, las mujeres de las aldeas destinaban parte de la cosecha de cereales para el amasado de un colosal engrudo; mientras que los hombres, durante los primeros 17 días del mes de Ventôse, se dedicaban a construir un inmenso horno de barro que se calentaba durante tres días y tres noches. Allí, gigantescas imágenes de Orlok hechas de engrudo se cocían durante la noche, en medio de festejos y borracheras purgantes. Al amanecer, la población embriagada, comía del pan atroz para reconfortarse luego de la gran resaca.
Durante la mañana del 17 de Ventôse, los hombres, poseídos por una furia Berserker*, jugaban a las luchas atroces; donde varios terminaban muertos o heridos y eran elevados a la categoría de Ilustres Seguidores del Maestro. Los sobrevivientes dormían la siesta del perdón y a media tarde se disponían a destruir a golpes y palazos el gran horno de barro.
Hacia el atardecer, se cremaba en un gran fogón a los muertos de las luchas atroces, se sanaba a los heridos y todos abrazados cantaban el “Tumuka ea tikiopa banga banga”.
(*) El citado estado de euforia era generado por la ingesta de levaduras lisérgicas presentes en el colosal engrudo.
(*) El citado estado de euforia era generado por la ingesta de levaduras lisérgicas presentes en el colosal engrudo.
Que bella festividad!!
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