… Orlok no toleró más la situación y su cabeza se prendió fuego. Al sentir el ardor de su piel lacerada, se enterró a sí mismo y suplicó a Pastoriza que lo guíe hacia el submundo pétreo. Escarbó la tierra hasta encontrar el camino de indagación y recorrió las tinieblas iluminándolas con el fuego fatuo que emanaba de su cráneo.
El camino subterráneo fue largo y tedioso; las emanaciones de azufre y la falta de oxígeno empeoraban la misión del Maestro.
Pensó en bailar el Hula para sortear tan opresiva situación, pero no tenía energías ni claridad mental para danzar armoniosamente. Los intentos de bailar el Hula hicieron temblar las entrañas de la tierra y Orlok estuvo a punto de quedar sepultado.
El fuego fatuo iluminaba su camino, pero consumía el poco oxígeno disponible en las opresivas profundidades; entonces el Maestro decidió apagar el fuego fatuo.
Continuó caminando sin rumbo en la oscuridad y tardó mucho tiempo en salir; pero al menos su camino no fue tan tortuoso, ya que su cabeza no ardía más y el oxígeno era suficiente.
La inclusión de Pastoriza en los evangelios hace fundamental la aparición de Mandinga Percudani o -menos bíblico- del Negro Clausen.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
ResponderEliminarLa historia contará sus vidas.