En la tradición Orlokiana los estigmas son dolorosos y en la mayor parte de los casos, letales.
Los estigmas no brotan de la muñecas ni de la frente; son internas y son cerebrales. El cráneo se hincha hasta el punto de explotar. Las venas se inflan como sapos. Las hemorragias internas en el cerebro a veces se evidencian a través de lágrimas de sangre, ríos rojos que brotan de los oídos o en algunos casos, fragmentos de huesos del cráneo salen despedidos hacia el zenit detrás de un caudaloso chorro de sangre negra.
La visión se torna roja, las palabras se desarticulan en el oído y la disolución de los sentidos es en todos los casos irreversible.
Don Alberto Barriga Sandoval se destaca entre los que han sobrevivido a los estigmas Orlokianos. La aparente vida vegetativa de Barriga Sandoval fue puesta en duda luego de que una de sus enfermeras interpretara una de sus flatulencias como un pedido de auxilio. Don Alberto Barriga Sandoval dejó al mundo boquiabierto al dominar las más excelsas artes negras de poder hablar en la lengua que hablan los muertos a través de su esfínter anal. Traductores iniciados en la tradición han reconocido textos enteros del sagrado libro de El Jardín de Orlok perfectamente expresados a través de sus extensas sinfonías fétidas.
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