Orlok le dijo al oído una cosa a la mitad de la gente y otra cosa a la otra mitad de la gente.
Tiró una moneda y cayó ceca.
La mitad de la gente se fue.
Orlok le dijo al oído una cosa a la mitad de la gente y otra cosa a la otra mitad de la gente.
Tiró una moneda y cayó cara.
La mitad de la gente se fue.
Orlok repitió este proceso hasta quedar completamente solo y fue entonces cuando descubrió su encono hacia la estadística y sus aberrantes grados de libertad. Le perturbaba que las cosas no se comportasen como él quería; sobre todo porque ese era su Universo. De hecho, no recordaba cuándo había creado la estadística; entonces llegó a la conclusión de que la había creado por accidente; una suerte de daño colateral causado por otra creación. Lamentablemente, ya era tarde para destruirla: la estadística se había instalado en partes inaccesibles de su mente y le resultaba imposible combatirla. Proliferaba y se diseminaba como colonias de hongos en cada rincón de su conciencia.
Gritaba en la oscuridad:
¿Y la otra mitad qué?
¿Y el porcentaje restante qué?
¿Y el porcentaje infinitesimal restante qué?
Le atormentaba profundamente el porcentaje de lo imprevisto, el 5%, el 4%, el 3%, el 2%, el 1%, el 0,5%... Siempre cabía la posibilidad de que ocurriera lo imprevisto… la libertad; y eso lo frustraba. No podía tener control sobre todo, entonces lo destruía y lo volvía a concebir para reducir una vez más el porcentaje de imprevisión, para aumentar el intervalo de confianza.
Durante eras continuó construyendo y destruyendo todo, construyendo y destruyendo todo, construyendo y destruyendo todo, hasta que se rindió. Cayó de rodillas al suelo y, llorando de furia gritó:
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
“Porque tu grado de libertad es tan superlativo que tu propia mente actúa con total independencia de vos mismo”
, le dijo Gorgoroth.
Como buen Orlok, hice mi autocrítica. La estadística es el resultado de mi vagancia
ResponderEliminarlas estadísiticas son cosas que memoriza la mitad de la gente que no son yo
ResponderEliminarYo tengo mi propia estadística... Una de cada tres, la cago.
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