Durante algún tiempo la convivencia de Gorgoroth y el Cocodrilo-pato llenó de densa niebla al jardín de Orlok. La imposibilidad del Cocodrilo-pato para ver u oír a Gorgoroth enfurecía a éste, quien se dedicaba a tumbar árboles de un solo golpe en repentinas vorágines de ira.
La angustia paralizaba a Orlok, lo subyugaba. Las luchas entre los dioses que habitaban su jardín le impedían dormir, y a raíz de ello, no podía soñar. Su mundo onírico fue destruido por los dioses que él mismo veneraba.
Sobrepasado por la situación, Orlok se fue lejos y desapareció 716 días. Se marchó sin rumbo y sin objetivos más que alejarse de esa situación tan dolorosa... Alejarse de la pesadilla de ser la articulación entre dos mundos contradictorios.
Su conocimiento del Hula y la diplomacia que ejerció en el primer encuentro con el Cocodrilo-pato ya no era suficiente. Nada era suficiente para conciliar universos simbólicos tan disímiles. Tampoco podía optar por uno y rechazar al otro. No podía.
Entonces se fue a la montaña sagrada, lejos de todo, para desarticular el conflicto.
Al cabo de los 716 días se presentó ante él Veruca y le pidió disculpas por todo lo ocurrido. Se besaron y se amaron durante mucho tiempo; hasta que un día, del vientre de Veruca salió el Cocodrilo-pato.
Orlok, confundido, se mutiló a si mismo y, sangrando, se marchó hacia lo desconocido.
(*) Aún no ha podido demostrarse a ciencia cierta si las fluctuaciones emocionales del Hermano Renfield son quienes impactan sobre las visiones (dándoles una tónica desesperanzada), o son las visiones desesperanzadoras las que generan recaídas emocionales en el visionario.
Gran texto del Hermano Renfield, incluyendo a Veruca devenida en Kinder Sorpresa.
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