Historia: El origen de la salsa Worcestershire y su ceremonia

Ministro orlokiano realizando la empinada ritual

Muchos se preguntan por qué Le Klerk, cada vez que el Maestro finaliza su prédica, expresa regocijo a través de la voluntad de autocomerse condimentado con salsa Worcestershire. Y también, muchos se preguntan de qué carajo está hecha la salsa Worcestershire.

La cruda realidad es que los sagrados manuscritos orlokianos, redactados en su gran mayoría por Renfield, demuestran la imperdonable estafa a la que todo consumidor se ve expuesto al comprar en el mercado una supuesta “Salsa Worcestershire”; ya que actualmente, dicho condimento no es más que una burda imitación del místico brebaje original.

Hoy en día, la salsa Worcestershire, también conocida como salsa “Worcester” o “salsa inglesa”, es un condimento líquido fermentado usado como saborizante de salsas y carnes; el cual se elabora a base de vinagre, melaza, jarabe de maíz, agua, ají putaparió, salsa de soja, pimentón, tamarindo, anchoas, cebollas, echalottes, clavo de olor y ajo. Lo único que esta patética copia respeta de la versión original es el color y el hecho de ser un brebaje fermentado.

Volviendo a la tradición orlokiana, en Inglaterra, durante el reinado de la gloriosa Madame Marishka XXXV, los cocineros de la corte se pelaban el orto para lograr las recetas más originales y representativas del espíritu orlokiano. A su vez, ante la inminente visita oficial del Marqués Le Klerk, Madame Marishka agarró de los huevos a todos los cocineros y les sugirió que no la defraudaran ni a ella ni a su importante convidado. En función de ello, cada integrante del batallón de cocineros, comandado por el Chef Chino Liu Tsé Kong, se dispuso a leer en voz alta y a repetir hasta el trance los pasajes de las sagradas escrituras orlokianas. En medio de ollas hirviendo, tormentas de aromas especiados y un calor infernal, el vibrante rezo de los cocineros se vio interrumpido repentinamente por un alarido del señor Tsé Kong:

“¡EULÉKAAAA!”

Frenéticamente agarró a sus colaboradores del cogote, los reunió en círculo y les dijo al oído:

“SI USTÉLE QUIÉLE CONSELVÁ HUEVITO, SACLIFIQUE DEDITO.”

Todos los cocineros, salvo uno*, aceptaron el desafío y pusieron su dedo meñique izquierdo sobre la mesa. Con fugaces y precisos movimientos, el señor Tsé Kong fue amputando los dedos de sus colaboradores, quienes estoicamente aguantaron el dolor.

Acto seguido, pusieron todos los dedos en una olla con agua y prepararon un caldo. Con el caldo, harina y levadura formaron una gran masa antropomorfa que cocieron en el horno a leña de eucalipto. Con ese pan hicieron un Golem que durante las noches trabajaba mientras los extenuados cocineros descansaban. Cuando el banquete estuvo listo, destruyeron al Golem; parte de éste se lo dieron de comer a los cerdos y otra parte la envolvieron en un lienzo y lo enterraron en el chiquero del castillo. Al cabo de dos noches, desenterraron el paquete y filtraron el líquido que chorreaba.

Esa misma noche, la Reina Marishka ofreció el banquete a Le Klerk y fue todo un éxito; de hecho: firmaron el tratado de Blackpool**. En virtud del histórico logro, la Reina mandó a llamar al chef y Le Klerk lo saludó muy cordialmente; con lo cual el señor Tsé Kong se sintió habilitado para dirigirse al Marqués y revelarle el secreto y el esfuerzo detrás del éxito:

“TÓLO E BANQUETE TÁ CONDIMENTÁLO CON SALSA ‘WONG TSÉ TSÉ CHAI’, HONOLABLE MALQUÉ LE KLÉ”

Le Klerk, involuntariamente y por problemas fonéticos, empezó a llamar “Worcestershire” a la salsa, y encargó miles de litros de salsa al señor Tsé Kong, porque realmente le había fascinado.

A razón de la extrema e inquebrantable discreción del Señor Tsé Kong, recién varios siglos después, Le Klerk descubrió que en su dialecto, “Wong Tsé Tsé  Chai” significaba “Hecha con nuestros propios dedos meñiques izquierdos”.

Por último, esta epifanía significó para Le Klerk la finalización de un largo período de múltiples dudas existenciales: ¿Cómo podría expresarse regocijo por las palabras del Maestro y, a la vez, rememorar el sacramento de la autodigestión? ¿Por qué hay tantos chinos? ¿De qué carajo estarán hechas esas salsas que comen? ¿Por qué algunas se parecen tanto a la Worcestershire? ¿Por qué a tantos les falta el dedo meñique izquierdo?


(*) Se trata, ni más ni menos, del Corsario William C. Smith.
(**) A partir de este tratado, se permitió en todos los estados europeos occidentales lavarse las bolas en fuentes públicas.

3 comentarios:

  1. Gran cocinero wong tsé! Este post me acompañará en cada banquete con salsa inglesa de la que los descendientes de Madame Marishka son fanáticos. Gracias por la revelación.

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  2. El jugo de golem muerto es uno de los manjares más exquisitos del universo. Una vez llené la bañadera del waldorf y nos metimos con Renfield y un par de putas; y todo termino como de costumbre: tres prostitutas muertas, Le Klerk gritando por la ventana y Renfield debajo de la alfombra.

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  3. Si, se me salió la cadena. Ya no estoy para esas cosas, Maestro.

    Me alegro que la descendencia de Madame disfrute de la salsa Worcestershire tanto como yo.

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